sábado, 7 de julio de 2007

«Nuevas familias» en televisión

Por María Álvarez de las Asturias
Defensora del vínculo.
Tribunal Eclesiástico de Madrid

"Podríamos ser el primer matrimonio gay con familia numerosa." Semejante frase salió de labios de un personaje de una conocida serie de televisión en fechas recientes. Con esta simplicidad, se presentaba como natural la familia basada en una unión homosexual. Y no es el único caso. En un programa para niños, pudimos ver a un muñeco de peluche explicar que hay muchos tipos de matrimonio. Al mismo tiempo, como fondo de pantalla, las imágenes muestran a dos varones intercambiando unos anillos.

Detrás de estas actuaciones hay una enorme manipulación. Para empezar, del lenguaje. A fuerza de oírlo o leerlo en los medios de comunicación todos hablamos del matrimonio homosexual, incluso para mostrar nuestro desacuerdo. Se juega también con el sentimentalismo, porque los personajes que encarnan parejas del mismo sexo responden siempre a patrones atractivos.

Esta campaña está destinada a crear una opinión favorable a los llamados nuevos tipos de familias. El poder de los medios de comunicación como generadores de opinión es indiscutible. Y resulta evidente que determinados grupos de presión están utilizando esta influencia para favorecer sus intereses, y crear un ambiente social favorable a la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio. Lo demuestra el hecho de que el ataque a la familia basada en el matrimonio se da en dos direcciones. Por un lado, se desvaloriza la unión entre varón y mujer; por otro lado, las nuevas formas de convivencia se presentan de modo muy atractivo. Esta radical división entre buenos y malos deja claro que no es algo casual.

En las series de televisión de moda se muestran los modelos de familias basadas en el matrimonio como el arquetipo de lo anticuado, ridiculizando en los personajes que representan este tipo familiar todos los valores que desprecia la cultura dominante, que son objeto de burla constante. Así, encontramos que quienes defienden relaciones monógamas o rechazan el sexo fuera del matrimonio son presentados como mojigatos, o bien como rancios practicantes de creencias religiosas extremas. Si los personajes están casados son serios, aburridos, impositivos, insatisfechos sexualmente. Actúan coartando la libertad de sus hijos, que son jóvenes y favorables a las uniones sin compromiso, basadas únicamente en el amor. También me parece relevante destacar que incluso el aspecto físico de los personajes tradicionales no responde a los patrones de moda: son gordos, poco o nada deportistas, mayores, etc.

Frente a ellos, encontramos el compendio de todo lo que la mentalidad que se pretende imponer considera positivo, encarnado en parejas homosexuales. O en aquéllas que viven una relación amorosa sin compromiso permanente, basada únicamente “en el amor mutuo”. Son jóvenes, atractivos, sin complejos, bondadosos... ¿quién se resistiría a dejar un niño en manos de alguien con estas características? El paso siguiente es presentar un nuevo tipo de matrimonio, a la medida de dos personas que se aman...

Desde luego, los editores y productores tienen una responsabilidad de primer orden en este campo. Muchos de ellos se venden a los grupos de presión o al afán de ganar dinero con contenidos destinados a un nuevo tipo de público, de poder adquisitivo superior a las familias tradicionales. Además, debemos soportar que en alguna ocasión alguno de ellos haya sido premiado como ejemplo de defensor de la familia. Y lo que causa, si cabe, mayor sorpresa es que sus vidas personales suelen estar basadas en el anticuado matrimonio de toda la vida.

Vuelve el mes de septiembre, y, con él, la secular escena de la familia sentada enfrente del televisor absolutamente indefensa ante los contenidos que allí se nos imponen. Por ello, debemos permanecer con nuestros sentidos en pie de guerra para denunciar y difundir todos los atentados que, de manera interesada y consciente, sufre nuestro bien más preciado: la familia.

En fin, que así no hay quien viva... Y la culpa es de ver tanta televisión.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y entonces? ¿Estigmatizamos y rechazamos a las familias homosexuales? No entiendo bien a qué apunta el artículo. Que se muestre una familia con una pareja gay como algo "bueno" no me parece que sea "un atentado a la familia tradicional". ¿Atentado? Cuanta paranoia, por favor.