viernes, 9 de julio de 2010

Amin Maalouf, Premio Príncipe de Asturias



El franco-libanés que mezcla historia y ficción, y tiende puentes entre oriente y occidente, defendiendo los valores universales y la diversidad cultural frente al fanatismo.

Amin Maalouf se ha impuesto a la eterna candidata Ana María Matute. El franco-libanés ha sido premiado con el Príncipe de Asturias de las letras. Ha sido premiado por su calidad literaria y por su pensamiento, que abre un espacio a la convivencia y la tolerancia.

Amin Maalouf: un cosmopolita. En su familia era esencial el abuelo, que abrió una pequeña escuela en su pueblo. Su lengua materna: el árabe. Estudió en colegios católicos. Licenciado en sociología y economía. Exiliado en París desde 1975, con su mujer y sus tres hijos. Allí ha trabajado como periodista, trabajo que ya realizara en Líbano, y se inició como escritor. Su novela más famosa: León el africano.

“Soy una persona que busca soluciones, probablemente las buscaré hasta el final de mis días porque no hay soluciones definitivas”

Amin Maalouf tiene mucho que decir sobre la cultura árabe, porque está enamorado de sus orígenes. No le gusta hablar de raíces: siente que la raíz es algo que te ata, que te impide moverte. Sin embargo está deseoso de hacernos comprender sus orígenes árabes, que procura presentar con la objetividad del que lleva 40 años viviendo en occidente. “Los pueblos y las sociedades árabes no han progresado en materia de derechos del hombre, ni en el terreno esencial de la democracia. La religión ha influido. Pero hay muchas otras razones. Durante muchos años, en las sociedades árabes dominó el nacionalismo árabe. Todo aquello se hundió. Desde la revolución iraní parece que triunfa una visión integrista del Islam, con cierta vocación bonapartista. En principio, debiéramos tener esperanza en el islam europeo. Lo ideal sería que los musulmanes europeos «exportaran» una visión modernista de su religión hacia el resto de las sociedades musulmanas. Pero temo que no esté ocurriendo eso. Tengo la impresión de que los musulmanes europeos viven más pendientes de las sociedades musulmanas no europeas. Al mismo tiempo, hay diversas formas de ser musulmán en Europa. Lo ideal sería que los musulmanes europeos fuesen un factor de modernización. Pero no estoy seguro de que sea eso lo que está ocurriendo exactamente” (entrevista concedida a ABC).

En todas sus novelas mezcla historia y ficción, y tiende puentes entre oriente y occidente, defendiendo los valores universales y la diversidad cultural frente al fanatismo.

La convivencia de las minorías es un tema recurrente en sus obras. “Desde siempre tuve la impresión de pertenecer a un grupo que debería resignarse a vivir como minoría, pero al final me he dado cuenta de que el mundo entero está hecho de minorías” Amin Maalouf quiere hacernos entender que la cultura global no impide, sino que, al revés, favorece la propia cultura y supone una cura de humildad para todos, porque, al final, todas las culturas son igualmente válidas y defendibles.

Y escribe porque cree que el mundo no va bien: dudas, turbulencias, problemas… en lo político, en lo económico, en lo moral… y él busca soluciones. Nadie que lea su obra se queda indiferente. Hace reflexionar sobre el pasado y sobre lo que podrá llegar a ser el futuro. Ahora escribe una novela sobre su generación de la cual no quiere adelantar nada, pero, seguro, nos hará plantearnos, como siempre, cuestiones vitales.

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